El debut de Alex Garland tras las cámaras no pudo resultar más excitante. Con Ex Machina el novelista y guionista británico puso de manifiesto su exquisito gusto por la ciencia ficción más elegante y evocadora, esa en la que el tratamiento introspectivo de los personajes se impone frente al efectismo que a menudo llega a saturar un género en el que ya intuimos que le quedaba mucho por decir.
En su segundo trabajo como realizador, esta vez estrenado en Netflix y no en salas como en un principio se preveía, Garland opta por adaptar la primera de las novelas que componen la trilogía de The Southern Reach, de Jeff VanderMeer. Un insólito relato protagonizado por una bióloga llamada Lena que, después de que su marido regrese de una misión secreta visiblemente deteriorado y sin recordar nada, decide unirse a una expedición junto a un grupo de científicas a una zona clausurada por el gobierno debido a los fenómenos extraños que allí tienen lugar.
Aniquilación es un claro exponente de lo que solemos llamar sci-fi inteligente. Sus pretensiones están muy lejos de satisfacer al público más generalista, y pese a su falso envoltorio de blockbuster –su propio tráiler llevará a error a no pocos espectadores- no se trata de una cinta al uso.
La película se recrea en conceptos tan fascinantes como la capacidad de autodestrucción del ser humano, el poder de la culpa, la irreversibilidad del cambio o la inevitabilidad evolutiva. Su historia, de un trasfondo profundamente descorazonador, avanza a medida que los personajes se internan cada vez más en esa Área X que conforma un universo excitante y cautivador.
La atmósfera que Garland proyecta denota por momentos una maestría fuera de lo común, haciendo gala de una estética conceptual tan bella como inquietante, insuflando una sensación de amenaza constante propia de la naturaleza virgen, de los territorios inexplorados. Las pocas escenas de acción a las que asistimos a lo largo de su metraje, rodadas con evidente inercia, denotan el poco interés de su responsable en los elementos propios del cine de aventuras, si bien tiende a aproximarse con mucho más acierto al de terror, con secuencias en las que la tensión sí se dispara. De hecho, la cinta nos deja uno de los instantes más escalofriantes y perturbadores que hemos podido experimentar en los últimos años, en el que además no faltan los guiños a La Cosa de Carpenter.
Sería injusto no hacer mención al excelente trabajo llevado a cabo por Natalie Portman, cuya relevancia e intensidad en el rol de la atribulada Lena fortalece el pulso narrativo del filme, que cuenta con un reparto en el que encontramos figuras tan solventes como la de Oscar Isaac (A propósito de Llewyn Davis) o Jennifer Jason Leigh (Los odiosos ocho) junto a rostros emergentes como el de Tessa Thompson (Thor Ragnarok).
Aniquilación es una película tan sugestiva como incómoda, que nos susurra constantemente pero que a la vez se resiste a darnos todas las respuestas, lo cual desemboca en un clímax desconcertante y con tintes existencialistas, que no satisfará a todos y que será objeto de discusión durante mucho tiempo. Una mezcla de atrevimiento, confusión y extravagancia que a buen seguro ha sido la causa de que el filme haya acabado fuera del circuito comercial convencional. Y esto también da para debate.