Servant, la mano que mece la cuna

La implicación de M. Night Shyamalan en la serie de Apple Tv+ no ha sido ni mucho menos superficial. Son muchos los elementos que componen este relato de intriga y terror psicológico que se repiten en los mejores trabajos del afamado cineasta, como su obsesión por crear atmósferas fantasmagóricas o su gusto por someter a los personajes a un fuerte tensión emocional.

La premisa de Servant, si bien contiene cierto componente sobrenatural, no necesita de monstruos u otras entidades para provocar el estremecimiento de la audiencia. Su historia comienza cuando una apocada jovencita es contratada por Sean y Dorothy Turner, un matrimonio adinerado de Philadelphia que necesita a alguien que cuide de su bebé. Una vez se instala en la gigantesca casa no tarda en descubrir que lo que hay en la cuna no es sino un muñeco de plástico que sustituye al niño que la pareja perdió a las pocas semanas de nacer, un episodio traumático que su madre no llegó a superar. Los extraños sucesos que tendrán lugar en los días posteriores a su llegada no sólo pondrán a prueba la cordura de la familia, también la confianza de varios de sus miembros en la no menos misteriosa Leanne.

La trama, que se extiende a lo largo de diez capítulos de algo más de treinta minutos, se cocina del mismo modo que los platos de Sean: despacio y con tacto minimalista. Todo cuanto acontece en la residencia de los Turner, el escenario en el que se concentra toda la acción, tiene por objeto incomodar. Desde las escenas más cotidianas como despiezar un pescado con precisión quirúrgica a las situaciones más retorcidas y desconcertantes, esas en las que a menudo afloran comportamientos que rebasan los límites de lo socialmente aceptable.

Servant sabe muy bien cómo inquietar al espectador y captar su interés. Es cierto que plantea más incógnitas de las que resuelve y que los personajes tienden a reaccionar con inusitada permisividad por muchos infortunios que deban padecer, sin embargo cada giro que introduce está medido a la perfección y ejecutado con suma eficacia, invitándonos a no perder detalle de este malévolo juego hasta el final de la temporada.

Otra cosa es si su macabra narrativa aguantará que la historia se estire mucho más allá de la conclusión de esta primera tanda de episodios, la cual hace que sea muy difícil anticipar hacia dónde se dirigirá una ficción obligada a asumir riesgos y a reinventarse si no quiere perder su atractivo.

Un comentario

  1. He de reconocer que empecé a ver la serie con muchas reticencias. Shyamalan, desde aquellas tres excelentes películas de sus inicios (El sexto sentido, El protegido y Señales) me había ido defraudando tanto que últimamente no me interesaba lo más mínimo echar un vistazo a sus nuevos estrenos. Pero Servant me intrigó, parecía una historia con posibilidades. Después de verla he de reconocer que las interpretaciones son buenas (a pesar del histrionismo de Lauren Ambroise, la madre, y a Rupert Grint, que no sabes cómo encajarlo en tu cabeza). El apartado técnico, notable (iluminación, ambientación, fotografía y dirección)… pero algo falla en el guión, se desinfla con el paso de los episodios en vez de llevarte poco a poco al esperado clímax, y la resolución de esta primera temporada la encuentro impropia de alguien al que se le supone un talento especial para este tipo de relatos. De una segunda temporada ¡ni hablemos! No da más de sí. En su presentación se hablaba de ciertos paralelismos con «La semilla del Diablo»… ¡por Dios bendito,! Os animo a ver de nuevo la magnífica obra de Polanski para daros una idea del espacio sideral que las separa. En fin Shyamalan, que tú y yo no nos llevamos bien a pesar de que… ¡mira que lo intento!

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