
El ministerio cambia de sede, ahora tienen un ascensor que funciona, pero no de espíritu. Ni de lema. El tiempo es el que es y a veces es más fácil asumirlo que otras.
La serie de TVE ha regresado manteniendo el mismo espíritu: un amor imperturbable por la Historia (buena, mala y regular) y la fe absoluta en sus personajes. Una ficción casi unamuniana, más que histórica intrahistórica. Porque el ministerio del tiempo son sus funcionarios, aunque algunos ya no trabajen en él y otros se lleven las manos a la cabeza con misiones como las de este capítulo de estreno de la cuarta temporada.
Un primer capítulo de la cuarta temporada que ha estado marcado por la vuelta del personaje de Rodolfo Sancho, ahora con el nombre de Eulogio Romero que aparece para darle una sacudida al mundo de sus antiguos amigos de patrulla, a los que no reconoce, sembrando así la duda ¿Es realmente Julián?. Quizá lo que más duela -en el buen sentido- de este capítulo sea ver tan alejados a personas que eran familia de la que no viene marcada por los lazos de sangre, sino por la elección. Grietas en la pared del Ministerio, por muy nueva que sea su sede. Hasta Salvador empieza a resquebrajarse ante el dolor, bajo el peso de sus “fracasos”, de los reveses emocionales que supone el trabajo en un ministerio tan fascinante como cruel.
En definitiva, nos encontramos una vuelta continuista – lo cual es un acierto- más cerca del pesimismo de la tercera que del buen humor de la primera (normal, por otra parte, los tres años entre 2017 y 2020 no han sido muy amables con casi nadie, poca ganas de bromas quedan) aunque sin perder esos momentos de brillantez que como mínimo sacan una sonrisa. Es innegable que el descanso le ha venido muy bien a la historia, que ahora respira un nuevo aire que necesitaba y que ha vuelto con fuerzas para seguir fascinando a los ministéricos.
La cuarta temporada de ‘El Ministerio del Tiempo’ se emite todos los martes, a las 22:40 h., en La 1. El capítulo está también disponible al día siguiente en la web de TVE y en HBO España.