
Penny Dreadful era niebla londinense, Eva Green desabrochándose un botón del cuello alto mientras luchaba contra el mal, las criaturas de las historias de a penique conviviendo entre los carruajes y la sempiterna lluvia de la ciudad de Jack el Destripador y que tentó al mismísimo Drácula a mudarse a sus calles. Penny Dreadful: City of Angels es otra cosa. Es algo que nos encanta, pero quienes esperen una línea conductora entre ambas series más allá del nombre y de la presencia de lo sobrenatural ya pueden quitarse la idea de la cabeza, porque si no no van a disfrutar de lo que tienen delante. Diferencias aparte City of Angels es a Penny Dreadful lo que cualquier temporada de American Horror Story es con las demás: una apuesta con elementos en común pero que se parecen como un huevo a una castaña.
Penny Dreadful: City of Angels salta del Londres victoriano a Los Angeles de 1938. Durante la Edad de Oro de Hollywood pero también de cambios sociales importantes, veremos una ciudad donde el folclore mejicano se entremezcla con la tensión social. Y es que es muy jugoso marcar paralelismos entre nuestra situación actual con el America First y los nacionalismos campando a sus anchas por doquier y los años de ascenso de los fascismos donde los nacionalismos… pues también campaban a su gusto.

Ese hedor fascista que se respira en las calles de Los Ángeles del 38 coincide (y contribuye a) con la tensión racial que enfrenta a la policía con la comunidad chicana de la ciudad, que se opone abiertamente a que unas obras municipales destruyan sus viviendas. Entre estos dos bandos se encuentra Santiago Vega, Tiago (Daniel Zovatto), el primer agente con ascendencia mexicana del Departamento de Policía de Los Ángeles. Un joven que se debate entre su familia y su deber como integrante de las fuerzas del orden.

El piloto de la ficción dirigida por Paco Cabezas no es perfecto – ¿qué lo es en esta vida?-, pero sí tiene momentos de brillantez prometedores con planos de esos de “mudarse a vivir”, especialmente los relacionados con la Santa Muerte (Lorenza Izzo) y su hermana, Magda (Natalie Dormer) . Ellas dos prometen ser lo más interesante en esta producción en la que el género noir se mezcla con un enfoque casi de tragedia griega con dos “divinidades” pugnando por el destino de la humanidad. Alegóricamente es un acierto, narrativamente tiene sus riesgos porque elimina de un golpe toda la sutileza.
“Es demasiado fácil ser monstruos, vamos a intentar ser humanos” decía Víctor Frankenstein en el penúltimo episodio de Penny Dreadful. Paco Cabezas ha recogido el guante con un, bien, intentémoslo, seamos humanos… ¿Seguro que eso es mejor?