Quería que me gustara. ¿Una versión que recuerda el espíritu de la Cenicienta de Hillary Duff? ¿Con Idina Menzel y su voz maravillosa y protagonizada por una estrella pop que resulta simpática? ¿Y con Billy Porter de hada madrina? Creedme. Quería que me gustara con todas mis fuerzas.
La película escrita y dirigida por Kay Cannon, conocida por su participación en la saga ‘Dando la nota’, pretende adaptar de forma moderna y hasta feminista el cuento de Perrault, pero al final el producto hace agua por todos los lados. Las canciones no están bien cohesionadas, pese al buen hacer de Idina Menzel y de que Camila Cabello suple con desparpajo el hecho de que muchas veces ni siquiera se han molestado en adaptar las canciones a su tono de voz.
Pero el carisma de los intérpretes – Pierce Brosnan le ha cogido gustillo a esto de los musicales a pesar de no ser muy ducho en cantar y bailar- no puede ocultar que la película está compuesta de momentos diseñados para funcionar en redes sociales a la hora de promocionar, pero que no conectan entre sí. El enfoque de Cenicienta como diseñadora y mujer de negocios se pierde entre números musicales que no aportan nada más que color. La hermana del príncipe contestataria queda reducida a dos frases y un momento final. Y la glamurosa hada madrina no puede compensar volver a tener a James Corden por ahí dando vueltas haciendo lo de siempre.
El efecto final es una película deslavazada, que aunque tiene momentos graciosos no termina de encontrar su ritmo ni de constituirse como una historia con un mínimo de entidad. Una oportunidad perdida.