¿Qué es mejor que una academia de superhéroes disfuncionales? ¡Dos academias de súpers disfuncionales! En esta tercera temporada entra en escena la Academia Sparrow. Pero conservamos todos los elementos que hicieron que nos enamoráramos de The Umbrella Academy: las escenas de baile, el humor absurdo, la ironía, el enésimo apocalipsis…
Porque sí, esta tanda de episodios el mundo también se acaba. Aunque Cinco a estas alturas solo quiera un respiro, a Klaus no le de la vida, Allison esté hasta el moño y Luther no sepa ni por dónde anda. ¿Con qué puede ser más fácil empatizar que con este grupo de desastres andantes intentando que las cosas salgan bien? El contraste con los Sparrow no podría ser más claro. Donde los nuevos superhéroes son eficientes, fríos y organizados; nuestros chicos son caóticos, apasionados… y se distraen con una mosca. Donde los nuevos Hargreeves son un equipo, compañeros de trabajo condenados a entenderse; los Hargreeves originales son una familia. Eso es lo que hace que no nos cansemos de verlos. Porque nosotros también nos estamos enfrentando a nuestros propios apocalipsis constantes en la vida real. Y no los llevamos ni mucho menos con el savoir faire de los Sparrows.
¿Aporta algo nuevo esta tercera tanda de capítulos a nivel estructural? No. ¿Impide esto que sea de las series más disfrutables del momento? Tampoco. Los Hargreeves siguen siendo unos perdedores encantadores que consiguen que te pongas de su parte pase lo que pase. La música sigue siendo un aspecto fundamental a nivel narrativo. Las discusiones entre hermanos siguen sacándote una sonrisa y sus esfuerzos para construir una familia a pesar de no entenderse el 90% de las veces sigue partiéndote el corazón. Que se quieren, que lo hacen todo mal, que no dan pie con bola. Pues como nosotros, ¿no?
The Umbrella Academy es lo que necesitas ver cuando parece que el mundo te supera.